A lo largo de la historia los INA han pasado casi desapercibidos
en la medicina, limitándose su uso a pequeñas dolencias, o jugando un papel más
mitológico que científico. Esto ha cambiado en las últimas dos décadas en las
que el mar, gracias principalmente a los INA, se ha convertido en la principal
fuente de moléculas bioactivas naturales usadas en farmacología. En 1959 se
descubrió que algunas esponjas producían sustancias con actividad
antimicrobiana y comenzó a estudiarse más a fondo el mundo marino; hoy en día
se sabe que las esponjas son las responsables de una cuarta parte de los
productos marinos farmacológicos. Otros invertebrados, como los tunicados, los
equinodermos, los cnidarios y los moluscos producen sustancias similares, las
cuales en algunos casos ya se comercializan como medicamentos. Algunos de ellos
tienen gran importancia en tratamientos de enfermedades como el cáncer o el
sida.
Sin embargo, la aportación de los INA a la medicina no se
limita a la producción de productos farmacológicos. Así, podríamos relacionar
los pepinos de mar con fundas de implantes cerebrales, los pulpos con
maquinaria hospitalaria, los calamares con la neurología, y algunos bivalvos
con la cirugía, entre otros.
Algunos ejemplos de utilidad en la medicina pueden verse en la siguiente imagen:
A continuación podréis ver más datos y detalles de un trabajo de investigación sobre las utilidades de estos grupos olvidados de animales. Pincha aquí para saber más
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